28/5/13

¿UNA NUEVA TRIBU URBANA?


Dice Zemelman que: “La realidad es mucho más que un conjunto de objetos por ello no es posible construir un rompecabezas, porque la realidad –esa externalidad de la que estoy hablando que es fundamental conocer, para ubicarnos en el momento histórico–, quizás no sea posible conocerla a través de la lógica del objeto, lo que puede tener implicaciones en el proceso de formación. Las realidades son de tal modo complejas que no se pueden reducir a un objeto el cual, a su vez, a través de su función cognitiva permita dar cuenta de la complejidad.
Así como la realidad la comunicación sería un fenómeno histórico, complejo, multidimensional.

Jesús Martín Barbero nos explica que la comunicación se nos tornó cuestión de mediaciones más que de medios, cuestión de cultura y, por tanto, no sólo de conocimientos sino de re-conocimiento.
Ante esto nos propone re-ver el proceso entero de la comunicación, desde la recepción. El de las resistencias que ahí tienen su lugar, el de la apropiación desde los usos. Las preguntas, para hacer investigables los procesos de constitución de lo masivo. Investigarlos desde las mediaciones y los sujetos, esto es, desde la articulación entre prácticas de comunicación y movimientos sociales.

Hace unos 5 años la ciudad de Corrientes es escenario de un fenómeno que desde diversos sectores denominan sencillamente “los seguidores”. Se trata del fenómeno sociocultural que tiene como protagonistas a grupos de música tropical encabezados por “Yiyo” y “Eclipse”. Sus fans, seguidores en caravana montados en motos o ciclomotres, de noche recorren la ciudad, siguiendo al vehículo que transporta a sus ídolos. Un ritual de identificación, pertenencia y construcción de una identidad social que hasta ahora, sectores institucionalizados, no pueden pero quieren controlar.

La descripción desde los ámbitos de poder, apoyados por los  medios, con su función retransmisora solo de la voz oficial, sería:
Jóvenes, varones y mujeres. En horarios nocturnos. Se desplazan y circulan por las calles y avenidas de la ciudad. La mayoría circula en motos que pueden desarrollar una velocidad de más de 100 km. En medio del tráfico habitual característico de la zona urbana de Corrientes circulan en motos, ciclomotores y bicicletas. Solo en algunos casos se puede ver seguidores montados a caballo o simplemente corriendo detrás de la caravana motorizada.
No respetan las normas de tránsito establecidas, cruzan semáforos en rojo, obstruyen la circulación, ponen en riesgo sus vidas y las de otros.
Un transporte tipo combi lidera la caravana llevando a un grupo musical que interpreta cumbia tropical o “villera”. Estos grupos musicales son contratados por particulares para fiestas públicas o privadas. Tienen varias actuaciones por noche que tienen su precio. Ellos llegan, actúan y se van.
Los seguidores, como su nombre lo indica, los siguen, se desplazan detrás, no ingresan al espectáculo, solo esperan para seguir a su grupo por las calles de la ciudad.

Un funcionario municipal explica que: “Es un fenómeno que se da únicamente en nuestra ciudad, es como una nueva tribu urbana, uno de los temas que más preocupa al intendente de la ciudad”. “Hay que imaginarse que 300, 500 motos circulando por las calles de la ciudad, circulando a alta velocidad, violando toda norma de tránsito, puede ocasionar accidentes que pueden llevar a la muerte de cada uno de ellos”.

Son adolescentes y jóvenes de diversos sectores empobrecidos de la ciudad, sobre todo los estigmatizados como “villeros”, de “barrios periféricos”, alejados (a solo a unos pocos dos kilómetros) del centro de la ciudad.

Barbero al hablar de la cultura política de la resistencia popular afirma que las clases populares son muy sensibles a los símbolos de la hegemonía, el campo, de lo simbólico, tanto o más que el de la acción directa, se convierte en espacio precioso para investigar las formas de la protesta popular. Los motines y las huelgas estaban destinados a simbolizar políticamente, esto es, a desafiar la seguridad hegemónica mostrándole a la clase dominante la fuerza de los pobres. Lo describe como la asunción de la dimensión política que atraviesa y sostiene los movimientos de protesta articulando formas de lucha y cultura popular.

Por su parte Apadurai desde una dimension antropologica explica que: “En el mundo existen muchos tipos de diferencias, de las cuales sólo algunas son culturales. Tomemos como culturales sólo aquellas diferencias que o bien expresan o bien sientan las bases para la formación y la movilización de identidades de grupo. He venido a sugerir que la cultura es una dimensión infatigable del discurso humano que explota las diferencias para crear diversas concepciones de la identidad de grupo. la cultura pasa a ser un asunto de identidad de grupo, la cual es constituida por algunas diferencias, tomadas de entre muchas”.

Hoy esos sujetos son “seguidores”, consumidores de la cumbia, un estilo de música, que los ubica e identifica como expulsados a los márgenes sociales. La música villera, el ser seguidor les adjudica socialmente un estigma de identidad.

Haciendo referencia a la no-contemporaneidad entre tecnologías y usos de los medios electrónicos al que nos remite Barbero, es pertinente señalar que esas motos fueron pensadas en su producción como medios para el desplazamiento humano en la urbanidad, sobre todo para facilitar la llegada de los obreros a los lugares de trabajo y producción. Sin embargo esta tribu urbana utiliza sus motos para desplazarse e identificarse como “seguidores”. Por esto Barbero propone que: La clave está entonces en tomar el original importado como energía, como potencial a desarrollar a partir de los requerimientos de la propia cultura. Sin olvidar que a veces la única forma de asumir activamente lo que se nos impone será el antidiseño, el diseño paródico que lo inscribe en un juego que lo niega como valor en sí. Cuando el rediseño no puede serlo del aparato podrá serlo al menos de la función.

La homogeneización se produce como tipo específico mediante las prácticas de vigilar y castigar. Se los mira, se los controla, se anota la normalidad, se castiga la desviación, se apuesta permanentemente a normalizar a los individuos dentro del espacio del encierro, en este caso los límites espaciales de la ciudad cada vez más observada por cámaras de seguridad. La vigilancia y el castigo producen normalización.

Ese intento disciplinador y de control de esta masa de seguidores, hoy pasa por una de las funciones sociales que cumplen los medios. El Gran Hermano mediático (radio, diarios, TV, medios digitales, que se potencian mutuamente) está observando, indicando y señalando “la desviación” a la sociedad “normal”. Ante la crisis de las tradicionales instituciones de disciplinamiento social, de normalización, son reemplazadas por otras instituciones. Si lo que se puede ver está controlado, hoy los medios se encargan de hacer ver lo que hay que controlar.

En la revoltura cultural actual en medio de la pobreza y el empobrecimiento circulan deseosos e impulsados a consumir, desde celulares, computadoras a grupos de cumbia que los representan y siguen en un continuo fluir por la nocturnidad de la ciudad.

Adolescentes interconectados interactúan para ser y estar siguiendo a su grupo tribu, a través de redes y celulares para lo cual deben haber adquirido un mínimo conocimiento instrumental de lecto escritura a pesar de su obsolecencia. Tecnología, que incide en la transformación de los modos de leer y escribir el mundo.

Una revancha de la cultura expresada en este conflicto social que se  evidencia  en  las  resistencias  y  las  formas  de lucha por  las  identidades culturales.
La ciudad es un escenario de desplazamiento y de pugnas culturales que la exceden; los barrios son los lugares donde diversas formas de resistencias se ponen de manifiesto. Las resistencias, en ese caso, son formas de pelea en contra de que se borren las identidades callejeras; son luchas contra la vigilancia y el disciplinamiento de la pasión y el deseo.

En medio de la redefinición del espacio público se muestran y circulan los seguidores de Yiyo y Eclipse, un espacio caracterizado  por el  espectáculo de ver pasar por la ciudad unas 300 a 500 motos juntas, siguiendo, fluyendo. Potenciadas por la espectacularización del fenómeno (espacio público) que acontece en la medida de su massmediatización. Ellos se constituyen, no por relaciones de trabajo, sino por el consumo. El consumo se ejerce y constituye ciudadanía.

Zygmun Bauman en “Vida de consumo” habla del Gran Hermano al revés con el perfeccionamiento del sistema de exclusión. Eliminar a los indeseables y conservar a los de siempre. Un resultado de limpieza bien hecho. En el juego del consumo solo se conservan los buenos jugadores con recursos y ambición. La sociedad de consumo refunda las relaciones interhumanas a imagen y semejanza de consumidores y objetos de consumo. Y remata este autor: En la sociedad de consumidores nadie puede convertirse en sujeto sin antes convertirse en producto y nadie puede sobrevivir como sujeto si no preserva en sí mismo las cualidades y habilidades que se exige en todo producto de consumo. La subjetividad del individuo está abocada a ser y seguir siendo un producto vendible. Transformar a consumidores en productos consumibles es la característica de la sociedad de consumo.

La invisibilidad es sinónimo de muerte, sentencia Bauman y los seguidores se muestran en masa, se hacen sentir y ver.

Barbero nos señala que la oralidad ya no es analfabeta, que la cultura oral en cuanto matriz constitutiva de la  cultura, está viva en la experiencia cotidiana de los sectores populares, y eso no es analfabetismo. Agrega que esa oralidad es el habla de otra cultura, que está viva no sólo en el mundo rural sino hoy también en el mundo urbano popular.

Agrega que: Estamos ante desconcertantes hibridaciones narrativas que pertenecen no sólo a las voces de los desplazados y los emigrantes sino a las de esos nuevos nómadas urbanos que se movilizan entre el adentro y el afuera de la ciudad. Seguidores que circulan, que se visibilizan en un ritual de representación del fanatismo, experiencias que aun no tienen discurso ni concepto. En medio de lógicas del mercado, donde los medios de comunicación constituyen hoy espacios decisivos  de la visibilidad y del reconocimiento social.

Han dejado de estar en el margen de la ciudad, dejaron la villa, para estar y desplazarse, circular por el espacio público de la ciudad. Esto equivale al existir/contar socialmente, tanto en el terreno individual como el colectivo, en el de las mayorías como de las minorías.

Ante estas mediaciones y la complejidad de los fenómenos sociales hay que construir conocimiento para poder desocultar la realidad. En esto la comunicación, la transmisión de información y la formación de conocimiento juegan un papel único y estratégico para mostrar realidades que se ocultan.
Quizás eso nos está enseñando el fenómeno socio cultural de los seguidores de Yiyo y Eclipse.
Bibliografía Citada
-Appadurai Arjun (2001) “La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización”. Ediciones Trilce/ Fondo de Cultura Económic. Buenos Aires.
-Bauman Zygmun (2007) “Introducción o el secreto  mejor  guardado  de  la  sociedad de consumidores” En Vida de Consumo. Fondo de Cultura Económica.
- Martín Barbero Jesús (2002) “Desencuentros de la socialidad y reencantamientos de la identidad” Revista Analisis, 29 Universidad Oberta de Cataluña- Universidad de Autónoma de Barcelona.
- Martín Barbero Jesús (2002) “Reconfiguraciones comunicativas del saber y del narrar” en La educación desde la comunicación. Capítulo III. Editorial Norma.

Sergio Eduardo Perez – Corrientes - mayo 2013

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